viernes, 2 de septiembre de 2011

Informarnos... para qué? (*)

Gracias a la intercomunicación facilitada por la web, tratamos de informarnos porque hemos aprendido que ”quien tiene más y mejor información tiene más probabilidades de sobrevivir". Por eso te propongo que pensemos juntos qué tipo de información buscamos, con qué alimentamos nuestra vida.


     Sin duda, para vivir bien, para ser felices, y no sólo para “sobrevivir”, lo importante es adquirir la “sabiduría de la vida” que no se consigue sólo ni necesariamente con mucha cantidad de información. Informarnos para saber vivir, para poder vivir felices, ésa es la clave de nuestras búsquedas.

     En las últimas semanas de 2010 aparecieron muchas informaciones. Informaciones secretas que salieron a la luz. En cada lugar del mundo los periodistas se desvivieron por conseguir los cables diplomáticos secretos que hacen referencia a su país, a su gobierno, etc.  251.287 mensajes para analizar, y todavía ahora siguen apareciendo nuevos cables...

     Y como gracias a los medios de comunicación nuestro mundo se transformó en una “aldea global”, junto a tantas posibilidades para crecer en comunión y participación, también hemos “trasladado” a la aldea global las mezquindades del corazón humano. “Pueblo chico, infierno grande” decimos en el refrán, y ahora el mundo entero es nuestro “pueblo chico”.

     Exceso de información, mala calidad de la información… nos llevan a andar espiándonos para chusmear en vez de conocernos para compartir. Es muy importante pensar con qué informaciones alimentamos nuestra vida, y para qué.

     Para motivar el diálogo, te comparto esta historia de la sabiduría popular:

"Se trataba de un joven erudito, arrogante y engreído. Para cruzar un caudaloso río de una a otra orilla tomó una barca. En silencio el barquero comenzó a remar con agilidad. De repente, una bandada de aves surcó el cielo y el joven preguntó al barquero:

-- Buen hombre, ¿has estudiado la vida de las aves?
-- No, señor -repuso el barquero.
-- Entonces, amigo, has perdido la cuarta parte de tu vida.

Pasados unos minutos, la barca se deslizó junto a unas exóticas plantas que flotaban en las aguas del río. El joven preguntó al barquero:

-- Dime, barquero, ¿has estudiado botánica?
-- No, señor, no sé nada de plantas.
-- Pues debo decirte que has perdido la mitad de tu vida -comentó pedantemente el joven.

El barquero seguía remando con paciencia. El sol del mediodía se reflejaba sobre las aguas del río. Entonces el joven preguntó:

-- Sin duda, barquero, llevas muchos años deslizándote por las aguas. ¿Sabes algo de la naturaleza del agua?
-- No, señor, nada sé al respecto. No sé nada de estas aguas ni de otras.
-- ¡Oh, amigo! -exclamó el joven-. De verdad que has perdido las tres cuartas partes de tu vida.

Súbitamente, la barca comenzó a llenarse de agua. No había forma de sacarla y la barca comenzó a hundirse. El barquero preguntó al joven:

-- Señor, ¿sabes nadar?
-- No -repuso el joven.
-- Pues me temo, señor, que has perdido toda tu vida".

Para vivir bien, para vivir feliz, no hace falta tener mucha información, sino buena información. Sería bueno preguntarnos, ¿dónde y cómo buscamos la sabiduría de la vida que nos hace verdaderamente felices?

     Hasta el próximo encuentro.

     Jorge Trucco



(*) Artículo publicado en Faro Familiar en mayo de 2011.



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