viernes, 30 de noviembre de 2012

Pensando la educación entre todos

Pensando la educación entre todos

Hola amigo.

Te comparto la reflexión que propuse en el III Congreso Pedagógico de Morteros, el pasado 15 de noviembre en el Panel: La Educación en la Ciudad.

Jesús Maestro:
“Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a él. Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo: ‘Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos… Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia… Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos’”.

Entonces Pedro le interrumpió para preguntar: ¿Tenemos que aprenderlo de memoria?
Y Andrés dijo: - ¿Tenemos que escribirlo?
Y Santiago dijo: - ¿Nos va a tomar prueba de esto...?
Y Felipe dijo: ¡No tengo papiro!
Y Juan dijo: ¿Puedo ir al baño?
Y Judas dijo: ¿Y esto para qué sirve?

Uno de los tantos fariseos presentes, que nunca había enseñado o que tenía poca tiza y pizarrón en su curriculum vitae, pidió ver la planificación de Jesús y, ante el asombro del Maestro, le inquirió en estos términos:

- "¿Cuál es el nombre del proyecto áulico?... ¿Cuáles son los objetivos?... ¿Tiendes al abordaje del área en forma integrada? ¿Cuáles son los aprendizajes y contenidos? ¿Has seleccionado y jerarquizado los contenidos?... ¿Responden a las necesidades del grupo, son significativos para el proceso de enseñanza -aprendizaje?... ¿Has proporcionado espacios de encuentros a fin de coordinar acciones transversales?... 

Caifás, el sumo sacerdote, le dijo:
- "Después de la instancia compensatoria de marzo, me reservo el derecho a promover directamente a tus discípulos para que al rey Herodes Antipas no le fallen las encuestas".

A Jesús se le llenaron los ojos de lágrimas y, elevándolos al Cielo, pidió al Padre… la jubilación anticipada.

“Hay un proyecto de hombre encerrado en todo proyecto educativo; y este proyecto vale o no según construya o destruya al educando. Este es el valor educativo. Hay muchos aspectos en los que se educa y de los que consta el proyecto educativo del hombre; hay muchos valores; pero estos valores nunca están solos, siempre forman una constelación ordenada explícita o implícitamente”. (Documento de Puebla, 265)

     Dice el artículo 61 de nuestra Constitución Provincial: “La finalidad de la educación es la formación integral, armoniosa y permanente de la persona, con la participación reflexiva y crítica del educando, que le permita elaborar su escala de valores, tendiente a cumplir con su realización personal, su destino trascendente, su inserción en la vida socio-cultural y en el mundo laboral, para la conformación de una sociedad democrática, justa y solidaria”.

     Toda pedagogía supone una antropología, explícita o implícita. Y hay que develar esa antropología en todo lo posible, porque nadie educa hacia ninguna parte. Esto es una evidencia en las ciencias de la educación y, por eso, ellas nunca podrán escindirse definitivamente de la filosofía. No hay proyectos educativos neutros.

     De ahí que sea una cuestión de elemental honradez explicitar los supuestos ideológicos por parte de quienes los diseñan. Para eso nos hemos reunido en este Congreso, para “pensar la educación entre todos”.

     El universo de los valores que la educación cultiva no es un caos indiferenciado: los valores existen siempre en un orden de preferencia. La Iglesia Católica, de la que la inmensa mayoría de los morterenses formamos parte, quiere testimoniar una escala de valores fundada en el Evangelio de Jesús de Nazaret. Para ello no sólo cuenta con una escuela, que ese año celebra sus 75 años en nuestra comunidad. Para testimoniar la escala de valores del Evangelio la Iglesia también cuenta con muchísimos cristianos (alumnos, docentes, personal no docente y padres) en todas las Comunidades Educativas de nuestra Ciudad y Colonias.

     La Iglesia Católica no es una Institución. Aunque cuente con instituciones (la Parroquia, el Colegio) la Iglesia Católica es una comunidad de hermanos discípulos de Jesús que históricamente en Morteros ha gestado instituciones al servicio de la comunidad: el Banco de Sangre, el Club de Abuelos, las casas “hornitos” de Barrio Sucre… últimamente el Barrio de Cáritas, y tantas otras instituciones e iniciativas que nacieron en la Iglesia o promovidas por miembros de la Iglesia.

     El objetivo de la Educación Católica y de los Católicos en la Educación no es, nunca debería ser, conseguir seguidores para engrosar nuestras filas. El objetivo es mantener viva la utopía del Reino de Dios, por la que Jesús entregó la vida. Su proyecto de igualdad fundamental entre todos los seres humanos, todos iguales, todos hijos de Dios. Su proyecto de una sociedad fraterna, en libertad, justicia y paz.

     Creemos que negar el sentido trascendente del hombre es privarlo de su más grande identidad. Esa es nuestra convicción. Y a las utopías hay que recordarlas y hay que proclamarlas. Porque la utopía no está para paralizarnos ni desmoralizarnos. Como dice Eduardo Galeano:

(La utopía) está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos.
Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. 
Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré. 
¿Para qué sirve la utopía? Para eso sirve: para caminar (1).

Pienso que para eso es este Congreso Pedagógico de Morteros. Para que pensemos la educación entre todos, para que renovemos las utopías, y fundamentalmente para que aprendamos cada día a caminar juntos.

     Hasta el próximo encuentro.

     Un abrazo.


Jorge F. Trucco
E-mail: jftrucco@gmail.com


[1] Eduardo Galeano, Las Palabras Andantes



viernes, 9 de noviembre de 2012

Tradición y tradiciones


Tradición y tradiciones

Hola amigo!

A finales de octubre escuché a varias personas proponer que en lugar de festejar Halloween se les propusiera a los chicos festejar las tradiciones nacionales. Conmemorando el nacimiento de José Hernández, el sábado 10 de noviembre celebramos el Día de la Tradición. ¿Ustedes se visten con ropas de gaucho? Si no nos vestimos con trajes típicos, ¿les parece que no conservamos la Tradición?

     La palabra tradición deriva del latín traditio - traditionis, que deriva del verbo tradere, que significa: donación o legado. Es lo que nos identifica como pueblo y nos diferencia de los demás, es algo propio y profundo. Cada generación recibe el legado de las que la anteceden y colabora aportando lo suyo para las futuras. La Tradición de una nación constituye su cultura popular y se forja de las costumbres de cada región.

     Pero “los tiempos cambian” y los problemas del diálogo intergeneracional cobran nuevas dimensiones. Tengo un amigo, ya mayor, que suele quejarse diciendo: “Cuando yo era joven lo importante era lo que decían los mayores y ahora que soy viejo lo bueno es lo que hacen los jóvenes, me he sentido siempre como ‘fuera de época’”. A medida que pasan los años, muchos podemos terminar pensando como mi amigo.

     ¿Será posible conservar las tradiciones locales en un mundo globalizado?

     Me parece que sería importante aprender a distinguir entre Tradición y tradiciones. Los valores profundos que constituyen nuestra cultura popular se expresan en costumbres, gestos, fiestas… Tal vez algunas costumbres puedan cambiar, es más, creo que a veces es necesario que algunas costumbres cambien para poder seguir expresando los mismos valores profundos.

     Si nos quedamos apegados a las “tradiciones”, a las costumbres, corremos el riesgo de abandonar y/o dejar que nos roben los valores profundos que nos identifican como pueblo. Jesús polemizó con los fariseos y escribas que pretendían conservar inmóviles ciertas tradiciones externas y no se preocupaban de mantener la identidad más profunda del pueblo. “¡Guías ciegos, que filtran el mosquito y se tragan el camello!” (Mt. 23,24)

     La familia, la escuela y fundamentalmente los medios de comunicación gestan (o no) el legado de la Tradición de generación en generación. Para no ser “guías ciegos”, cada uno de nosotros, como productores y como consumidores de contenidos, estamos invitados a ser responsables a la hora de distinguir la Tradición de las tradiciones. Así lo hicieron nuestros abuelos y bisabuelos. Criollos, gringos, gallegos, turcos y judíos, con sus luces y sombras, han sabido gestar una identidad nacional con el aporte propio de sus distintas culturas. Por otro lado siempre estará el riesgo de pensar que “lo de afuera es mejor”. También de esta actitud tenemos sobrados ejemplos en nuestra Historia Nacional.

     Saber abandonar “tradiciones” para transmitir a las nuevas generaciones la “Tradición” de nuestro pueblo es el desafío que nos plantea nuestro mundo contemporáneo, para que no nos roben ni abandonemos lo nuestro. ¿No les parece?

     Hasta el próximo encuentro. Un abrazo.



Jorge F. Trucco
E-mail: jftrucco@gmail.com