miércoles, 24 de agosto de 2011

La vida es un carnaval (*)

¡Llegó el carnaval! Esta fiesta pagana que fue “cristianizada” como tiempo previo a la penitencia cuaresmal tiene una larguísima historia.

     Cuando decimos carnaval, decimos muchas cosas. Desde el “Carnavalito” jujeño y el carnaval salteño, hasta el de Río de Janeiro; desde el Carnaval de Venecia hasta el de Gualeguaychú. (En Corrientes ya terminó el carnaval, porque había empezado en enero...)

     ¡Qué importante es promover las "manifestaciones sociales, culturales y las fuertes tradiciones"!

     Este es uno de los objetivos expresados por la Presidente Cristina Fernández para la incorporación de los feriados nacionales de carnaval. Mañana y pasado son días feriados. ¿De quién depende que podamos cumplir con los objetivos propuestos? Yo pienso que todo depende de mí y de vos.

     Juancito, que no sabía lo que era el eco, un día se divertía en el campo en ir montado sobre un palo de escoba, como si fuera un asno y en gritar: “¡Arre! ¡Arre!

     Pero inmediatamente oyó las mismas palabras en el bosque cercano. Creyendo que algún niño se hubiera escondido en él, le preguntó admirado: “¿Quién sos vos?

     La voz misteriosa repitió inmediatamente: “¿Quién sos vos?

     Juancito, le gritó más fuerte: “¿Vos sos tonto?” Enseguida la misteriosa voz repitió las mismas palabras.

     Entonces Juancito lleno de bronca lanzó palabras cada vez más injuriosas contra el desconocido que suponía escondido; pero el eco se las devolvía con la máxima fidelidad. Juancito corrió al bosque para descubrir al insolente y vengarse de él, pero no encontró a nadie. Entonces volvió a su casa y fue a consolarse con su mamá de lo que le había sucedido, diciéndole que un sinvergüenza, escondido en el bosque, lo había insultado reiteradamente.

- “Esta vez te has engañado, porque lo que has oído ha sido el eco de tus mismas palabras” - le dijo la madre.


- “Si vos hubieras dicho en alta voz una palabra cariñosa, la voz de que hablas te hubiera respondido también en términos amables”.

Lo mismo sucede en la vida ordinaria. Por lo común, el proceder de los demás para con nosotros es el eco de nuestra conducta para con ellos. Si somos educados con los demás, los demás lo serán con nosotros. Si, en cambio, somos descorteses, ruines y groseros con nuestros semejantes, no tenemos derecho a esperar ser tratados de diferente manera.

     La Presidente decía hace seis meses: “Seguramente criticarán lo de las murgas en la Casa de Gobierno. No se preocupen chicos, hubo cada murga dentro de esta Casa de Gobierno”.

     Hasta el próximo encuentro.

     Jorge Trucco

(*) Artículo publicado en Faro Familiar en el mes de marzo de 2011.

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