¡Hola amigos!
Para muchas familias, esta semana se producirán cambios importantes en el ritmo de vida. ¡Empiezan las clases! Es de esperar que para todas las comunidades educativas y para todos los ciudadanos de la Nación también se produzcan cambios.
A principios del mes de diciembre (2010) nos sorprendíamos con una noticia: entre 65 países, Argentina se ubica en el puesto 58, cuando se evalúa comprensión lectora, matemática y ciencias, en alumnos de 15 años (informe PISA 2009). Por su parte, el Ministerio de Educación objetó el informe, ya que el 36% de los estudiantes relevados no está en el nivel educativo requerido para el test.
¡Comienzan las clases! Las quejas van a ser cotidianas. ¡Hay jóvenes que toman los colegios! -se escandalizarán algunos. Otros, protestarán hasta el cansancio porque muchas veces cuando la maestra dice “A”, la mamá del chico dice “B” (y el papá “C”).
Las estadísticas nos señalan que a muchos adolescentes argentinos les cuesta cada vez más leer bien (¡puesto 58!).
Cuando a todos los conflictos escolares le sumamos las intolerancias familiares, los problemas económicos-laborales más la situación social: violencia, falta de participación, injustas discriminaciones (muchas veces solapadas, porque son “políticamente incorrectas”), mentiras institucionales, victimización de los que padecen violencia, etc., la respuesta generalizada es: “¡Acá el problema es la Educación!”.
La inmensa mayoría de los sectores y proyectos políticos está de acuerdo con el diagnóstico: “el problema de la Argentina es la Educación”. El desafío es ponernos de acuerdo “en qué consiste el problema educativo” y en “qué caminos recorrer para buscar soluciones”.
Creo que la gran tarea “educativa” que deberíamos plantearnos es la construcción de consensos que motiven la participación de “todos”: familias, niños y adolescentes, docentes, dirigentes, autoridades… Si nos seguimos enfrentando “nos devoran los de afuera” (¡¡¡puesto 58!!!)
No hay dudas, la solución comienza por casa. Y sigue... en la escuela, en los Medios de Comunicación, en el Estado, en la calle, en el parque…
Dicen que un padre llevó a sus pequeños a jugar a un parque de diversiones. En la boletería preguntó:
- "¿Cuánto cuesta la entrada?
- Veinte pesos los adultos y diez pesos para los niños mayores de 6 hasta 12 años. Los menores de 6 años entran gratis.
- Uno de los niños tiene tres años y el otro siete. Deme una mayor y una menor.
- Tonto –dijo el hombre de la boletería– Podría haberse ahorrado diez pesos si hubiera dicho que el mayor tenía menos de seis. Yo no habría notado la diferencia.
- Puede ser, pero ellos sí la habrían notado. Y mi mal ejemplo habría quedado grabado para siempre".
“LOS NIÑOS NOS MIRAN”... decían los antiguos romanos... y ¡con cuánta razón!
Me enseñaron que la etimología de educar es “sacar afuera, hacer aflorar lo mejor que cada uno tiene dentro”.
El martes 1 de marzo los chicos, adolescentes y jóvenes (junto a sus maestros) comienzan las clases. Pero todos, mamás y papás, abuelos y tíos, empleados y empresarios, dirigentes sociales y políticos… como el papá que llevó a sus dos hijos al parque de diversiones, todos estamos llamados a educarnos: hacer aflorar lo mejor de cada uno para el crecimiento de todos.
Aunque no tengamos en casa chicos o jóvenes que vayan a la escuela, esta semana comienza un desafío para todos. Porque si “acá el problema es la Educación”, entonces el problema no es sólo de los docentes, de los chicos, de las familias o de los políticos. Si el problema es la Educación, el problema es de todos y todos podemos (y debemos) “hacer aflorar lo mejor que cada uno tiene dentro”.
Por eso les deseo y me deseo: ¡FELIZ COMIENZO DE CLASES PARA TODOS!
Hasta el próximo encuentro.
Jorge Trucco
(*) Publicado en Faro Familiar en el mes de febrero de 2011.
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