sábado, 27 de agosto de 2011

¡Creo en el Resucitado! (*)

¡Hola, amigo! ¡Felices Pascuas! Al celebrar la Resurrección de Jesús, quiero compartir una poesía de autor anónimo. Espero que nos ayude a celebrar con esperanza nuestra fe.

Creo en el Resucitado,
en el Señor de la Vida, en Jesús de Nazaret,
carpintero sencillo, hombre de pueblo,
predicador itinerante, compañero de camino.


Creo en el Resucitado, 
el hijo de María,
quien hizo vida sus palabras del Magnificat,
porque llevó la Buena Nueva
a los pobres y excluídos.


Creo en el Resucitado,
Señor de la comunidad,
quien para enseñar el amor de Dios
llamó a discípulos
para compartir su vida.


Creo en el Resucitado,
el que caminó los pueblos de Palestina,
el que anduvo por las orillas del lago,
el que se mezcló con la gente del pueblo,
para mostrar con su vida
que Dios no se olvida de los hombres,
conoce el sufrimiento
y quiere la liberación y la justicia.


Creo en el Resucitado,
el que se ocupó de los que sufren,
el que tuvo compasión de los enfermos,
el que se acercó a los marginados,
para enseñarnos
que el Dios de la Vida
nace entre los pobres de este mundo.


Creo en el Resucitado,
el que se animó a presentar a un Dios vivo,
el que denunció los ritos vacíos
y las leyes hipócritas,
el que habló con palabras sencillas,
para enseñarnos que lo importante
es vivir lo que Dios propone.


Creo en el Resucitado,
el que entregó la vida,
el que cargó la cruz,
el que vivió el conflicto, la incomprensión
y la persecución por ser fiel.
El que nos enseñó que a Dios
se lo conoce si se practica su voluntad.


Creo en Jesús, el que vivió
como Dios quiere que vivamos todos.
Creo en el Resucitado,
que nos llama a seguir sus pasos
y hacer de nuestra vida
una Pascua para los demás,
un paso del Señor para todos,
un signo de que la vida
es siempre más fuerte
que toda la muerte
que nuestra sociedad engendra.


Creo en Jesús
porque quiero vivir como Él.
- Ayúdame a lograrlo, Padre Bueno.


¡FELICES PASCUAS! 

Hasta el próximo encuentro.


Jorge Trucco



(*) Artículo publicado en Faro Familiar en marzo de 2011.


miércoles, 24 de agosto de 2011

La vida es un carnaval (*)

¡Llegó el carnaval! Esta fiesta pagana que fue “cristianizada” como tiempo previo a la penitencia cuaresmal tiene una larguísima historia.

     Cuando decimos carnaval, decimos muchas cosas. Desde el “Carnavalito” jujeño y el carnaval salteño, hasta el de Río de Janeiro; desde el Carnaval de Venecia hasta el de Gualeguaychú. (En Corrientes ya terminó el carnaval, porque había empezado en enero...)

     ¡Qué importante es promover las "manifestaciones sociales, culturales y las fuertes tradiciones"!

     Este es uno de los objetivos expresados por la Presidente Cristina Fernández para la incorporación de los feriados nacionales de carnaval. Mañana y pasado son días feriados. ¿De quién depende que podamos cumplir con los objetivos propuestos? Yo pienso que todo depende de mí y de vos.

     Juancito, que no sabía lo que era el eco, un día se divertía en el campo en ir montado sobre un palo de escoba, como si fuera un asno y en gritar: “¡Arre! ¡Arre!

     Pero inmediatamente oyó las mismas palabras en el bosque cercano. Creyendo que algún niño se hubiera escondido en él, le preguntó admirado: “¿Quién sos vos?

     La voz misteriosa repitió inmediatamente: “¿Quién sos vos?

     Juancito, le gritó más fuerte: “¿Vos sos tonto?” Enseguida la misteriosa voz repitió las mismas palabras.

     Entonces Juancito lleno de bronca lanzó palabras cada vez más injuriosas contra el desconocido que suponía escondido; pero el eco se las devolvía con la máxima fidelidad. Juancito corrió al bosque para descubrir al insolente y vengarse de él, pero no encontró a nadie. Entonces volvió a su casa y fue a consolarse con su mamá de lo que le había sucedido, diciéndole que un sinvergüenza, escondido en el bosque, lo había insultado reiteradamente.

- “Esta vez te has engañado, porque lo que has oído ha sido el eco de tus mismas palabras” - le dijo la madre.


- “Si vos hubieras dicho en alta voz una palabra cariñosa, la voz de que hablas te hubiera respondido también en términos amables”.

Lo mismo sucede en la vida ordinaria. Por lo común, el proceder de los demás para con nosotros es el eco de nuestra conducta para con ellos. Si somos educados con los demás, los demás lo serán con nosotros. Si, en cambio, somos descorteses, ruines y groseros con nuestros semejantes, no tenemos derecho a esperar ser tratados de diferente manera.

     La Presidente decía hace seis meses: “Seguramente criticarán lo de las murgas en la Casa de Gobierno. No se preocupen chicos, hubo cada murga dentro de esta Casa de Gobierno”.

     Hasta el próximo encuentro.

     Jorge Trucco

(*) Artículo publicado en Faro Familiar en el mes de marzo de 2011.

Comienzan las clases para todos (*)

¡Hola amigos!

Para muchas familias, esta semana se producirán cambios importantes en el ritmo de vida. ¡Empiezan las clases! Es de esperar que para todas las comunidades educativas y para todos los ciudadanos de la Nación también se produzcan cambios.

     A principios del mes de diciembre (2010) nos sorprendíamos con una noticia: entre 65 países, Argentina se ubica en el puesto 58, cuando se evalúa comprensión lectora, matemática y ciencias, en alumnos de 15 años (informe PISA 2009). Por su parte, el Ministerio de Educación objetó el informe, ya que el 36% de los estudiantes relevados no está en el nivel educativo requerido para el test.

     ¡Comienzan las clases! Las quejas van a ser cotidianas. ¡Hay jóvenes que toman los colegios! -se escandalizarán algunos. Otros, protestarán hasta el cansancio porque muchas veces cuando la maestra dice “A”, la mamá del chico dice “B” (y el papá “C”).

     Las estadísticas nos señalan que a muchos adolescentes argentinos les cuesta cada vez más leer bien (¡puesto 58!).

     Cuando a todos los conflictos escolares le sumamos las intolerancias familiares, los problemas económicos-laborales más la situación social: violencia, falta de participación, injustas discriminaciones (muchas veces solapadas, porque son “políticamente incorrectas”), mentiras institucionales, victimización de los que padecen violencia, etc., la respuesta generalizada es: “¡Acá el problema es la Educación!”.

     La inmensa mayoría de los sectores y proyectos políticos está de acuerdo con el diagnóstico: “el problema de la Argentina es la Educación”. El desafío es ponernos de acuerdo “en qué consiste el problema educativo” y en “qué caminos recorrer para buscar soluciones”.

     Creo que la gran tarea “educativa” que deberíamos plantearnos es la construcción de consensos que motiven la participación de “todos”: familias, niños y adolescentes, docentes, dirigentes, autoridades… Si nos seguimos enfrentando “nos devoran los de afuera” (¡¡¡puesto 58!!!)

     No hay dudas, la solución comienza por casa. Y sigue... en la escuela, en los Medios de Comunicación, en el Estado, en la calle, en el parque…

Dicen que un padre llevó a sus pequeños a jugar a un parque de diversiones. En la boletería preguntó:

- "¿Cuánto cuesta la entrada?
- Veinte pesos los adultos y diez pesos para los niños mayores de 6 hasta 12 años. Los menores de 6 años entran gratis.
- Uno de los niños tiene tres años y el otro siete. Deme una mayor y una menor.
- Tonto –dijo el hombre de la boletería– Podría haberse ahorrado diez pesos si hubiera dicho que el mayor tenía menos de seis. Yo no habría notado la diferencia.
- Puede ser, pero ellos sí la habrían notado. Y mi mal ejemplo habría quedado grabado para siempre".

“LOS NIÑOS NOS MIRAN”... decían los antiguos romanos... y ¡con cuánta razón!

     Me enseñaron que la etimología de educar es “sacar afuera, hacer aflorar lo mejor que cada uno tiene dentro”.

     El martes 1 de marzo los chicos, adolescentes y jóvenes (junto a sus maestros) comienzan las clases. Pero todos, mamás y papás, abuelos y tíos, empleados y empresarios, dirigentes sociales y políticos… como el papá que llevó a sus dos hijos al parque de diversiones, todos estamos llamados a educarnos: hacer aflorar lo mejor de cada uno para el crecimiento de todos.

     Aunque no tengamos en casa chicos o jóvenes que vayan a la escuela, esta semana comienza un desafío para todos. Porque si “acá el problema es la Educación”, entonces el problema no es sólo de los docentes, de los chicos, de las familias o de los políticos. Si el problema es la Educación, el problema es de todos y todos podemos (y debemos) “hacer aflorar lo mejor que cada uno tiene dentro”.

     Por eso les deseo y me deseo: ¡FELIZ COMIENZO DE CLASES PARA TODOS!

     Hasta el próximo encuentro.

     Jorge Trucco

(*) Publicado en Faro Familiar en el mes de febrero de 2011.


domingo, 21 de agosto de 2011

Día de San Valentín (*)

Vivir enamorados


Al promediar el mes de febrero solemos vernos bombardeados con publicidades y notas periodísticas sobre el Día de los Enamorados. El 14 celebraremos a San Valentín. Cuenta la leyenda que este mártir del S. III se resistía a acatar la imposición imperial que obligaba a los soldados a no casarse. Es que el amor es más fuerte que la guerra.

     El Día de los Enamorados es otra de las celebraciones “importadas” de los países del Norte. Pero bienvenido sea, también en el Sur, un día para recordarnos que debemos alimentar el amor. Sin amor, no somos nada (1 Cor 13,2). Te propongo que, más allá de lo comercial y de los saludos de ocasión, nos preocupemos por estar atentos para no dejar morir nuestros amores.

     ¿Vos, estás enamorado/a? Una linda pregunta para plantearnos este domingo.

     Me contaron que hubo una vez un día terrible en el que el Odio, que es el rey de los malos sentimientos y los defectos, convocó a una reunión urgente con todos los sentimientos negros del mundo y los deseos más perversos del corazón humano. Estos llegaron a la reunión con curiosidad de saber cuál era el propósito.
Cuando estuvieron todos habló el Odio y dijo: "Los he reunido aquí a todos porque deseo con todas mis fuerzas matar a alguien". Los asistentes no se extrañaron mucho pues era el Odio que estaba hablando y él siempre quiere matar a alguien, sin embargo todos se preguntaban entre sí quién sería tan difícil de matar para que el Odio los necesitara a todos. "Quiero que maten al Amor", dijo. Muchos sonrieron malévolamente pues más de uno quería destruirlo.

     El primer voluntario fue el Mal Carácter, quien dijo: "Yo iré, y les aseguro que en un año el Amor habrá muerto; provocaré tal discordia y rabia que no lo soportará".

     Al cabo de un año se reunieron otra vez y al escuchar el reporte del Mal Carácter quedaron decepcionados. "Lo siento, lo intenté todo pero cada vez que yo sembraba una discordia, el Amor la superaba y salía adelante".

     Fue entonces cuando, muy diligente, se ofreció la Ambición que, haciendo alarde de su poder, dijo: "En vista de que el Mal Carácter fracasó, iré yo. Desviaré la atención del Amor hacia el deseo por la riqueza y por el poder. Eso nunca falla". Y empezó la Ambición el ataque hacia su víctima quien efectivamente cayó herida pero, después de luchar por salir adelante, renunció a todo deseo desbordado de poder y triunfó de nuevo.

     Furioso el Odio por el fracaso de la Ambición envió a los Celos, quienes burlones y perversos inventaban toda clase de artimañas y situaciones para despistar el amor y lastimarlo con dudas y sospechas. Pero el Amor confundido lloró y pensó que no quería morir, y con valentía y fortaleza se impuso sobre los Celos, y los venció.

     Año tras año, el Odio siguió en su lucha enviando a sus más hirientes compañeros, envió a la Frialdad, al Egoísmo, a la Indiferencia, a la Enfermedad y a muchos otros que fracasaron siempre, porque cuando el Amor se sentía desfallecer tomaba de nuevo fuerza y todo lo superaba.

     El Odio, convencido de que el Amor era invencible, les dijo a los demás: "No hay nada que hacer, el Amor ha soportado todo, llevamos muchos años insistiendo y no lo logramos”.

     De pronto, de un rincón del salón se levantó alguien poco reconocido, que vestía todo de negro y con un sombrero gigante que caía sobre su rostro, ocultándolo. Su aspecto era fúnebre. "Yo mataré el Amor”, dijo con seguridad. Todos se preguntaron quién era ese que pretendía hacer solo, lo que ninguno había podido. El Odio dijo: "Andá y matalo".

     Pasaron unos pocos días cuando el Odio volvió a llamar a todos los malos sentimientos para comunicarles que después de mucho esperar por fin el Amor HABÍA MUERTO.

     Todos estaban felices, pero sorprendidos. Entonces el sentimiento del sombrero negro habló: "Ahí les entrego al Amor totalmente muerto y destrozado", y sin decir más se marchó. "Esperá", dijo el Odio, "en tan poco tiempo lo eliminaste por completo, lo desesperaste y no hizo el menor esfuerzo para vivir. ¿Quién sos?".
El sentimiento levantó por primera vez su horrible rostro y dijo: "Soy La Rutina".

     En el Día de los Enamorados, te invito a no dejar que la Rutina invada tus relaciones. Te invito a alimentar el amor. ¡Feliz día para todas y para todos, mañana… y siempre!

     Hasta el próximo encuentro.

     Jorge Trucco


(*) Artículo publicado en Faro Familiar en febrero de 2011.


La sabiduría del pueblo (*)

Estamos terminando el mes de enero, donde nuestra Provincia se viste de celeste y blanco alimentando la argentinidad con los grandes festivales de folclore.

     Nuestro patrimonio cultural tradicional se nutre de todo lo que la comunidad ha sabido seleccionar para bendecir (bien decir) sus anhelos, esperanzas, inquietudes y necesidades. Este quehacer del pueblo a través del tiempo ha permitido crear un legado cultural que expresa y celebra la identidad Nacional, afianzando así la pertenencia.

     La palabra folclore proviene del inglés "folklore" compuesta de folk (gente, pueblo) y lore (tradición o conocimiento). El conocimiento popular o la Sabiduría del Pueblo. Eso es el folclore.

     Mapuches, Aimaras, Quechuas, Guaraníes… tenían sus propias formas expresivas -tanto utilitarias como ceremoniales- que acompañaban su cotidianeidad. El ingreso repentino y vigoroso (a veces violento) de otras modalidades, trajo como consecuencia un fuerte choque cultural que en un principio desconcertó, pero que luego abrió espacios para nuevas formas expresivas. Cada una aportando lo suyo para bien decir, cantar y bailar aquello que ahora es lo nuestro.

     Comparto con ustedes una historia que me contó un médico amigo sobre lo ocurrido con un compañero suyo en los años de residencia en el sur argentino.

     Al entrar en la sala donde estaba internado un miembro de la comunidad Mapuche se encontró con el hechicero. Éste, con hierbas medicinales, realizaba un rito sanador alrededor de la cama del enfermo. Inmediatamente el médico universitario echó del hospital al médico de la comunidad mapuche acusándolo de inculto y supersticioso.

     Cuando el director del Hospital tomó conocimiento del hecho, casi termina expulsando al médico residente. Lo amonestó diciéndole: “Nosotros llegamos a esta región no hace más de cien años, trayendo nuestra medicina universitaria. La comunidad Mapuche hace siglos que viene curando las enfermedades y cuidando a sus enfermos con su sabiduría ancestral, sin embargo aceptan venir también a nuestro Hospital. ¿Cómo vos no vas a recibir a su médico para aprender de esta sabiduría popular lo que no aprendiste en la universidad?”.

     La Sabiduría Popular nace de la experiencia. El gaucho tiene su “cencia”, como tan bien nos señala José Hernández:

"Aquí no valen dotores,
Sólo vale la esperencia;
Aquí verían su inocencia
Esos que todo lo saben,
Porque esto tiene otra llave
Y el gaucho tiene su cencia".

(Martín Fierro, 1,9)

La convocatoria de enero y febrero en torno al folclore, no debería ser sólo la añoranza de un tiempo que se fue para contraponerlo a las nuevas expresiones culturales.

     Jesús nos enseña que "todo escriba convertido en discípulo del Reino de los Cielos se parece a un dueño de casa que saca de sus reservas lo nuevo y lo viejo" (Mt 13,52).

     Amigos, los invito a vivir este tiempo “festivaleros” como una gran liturgia donde celebramos las raíces profundas de nuestra Argentina. Y aunque la palabra folclore proceda del idioma inglés, sería bueno aprender de la Sabiduría Popular, también en la lengua de muchos de nuestros abuelos, lo que nos enseña nuestro Martín Fierro:

Ij fratej ch'a sio unì
cola a l'è la lege prima,
devo conservé soa stima
e mai l'han da fesse 'l muso
përchè se tra lor a ruso
coj da fòra a-j sàuto 'nsima.

(Martin Fèr 2, 32, traducción Francisco M. Tosco,
corrección gramatical Prof. Ronal Comba)

Hasta el próximo encuentro.

Jorge Trucco


(*) Artículo publicado en Faro Familiar en enero de 2011.