El domingo 23 es un día importante para nuestra democracia. Concurriremos a las urnas para elegir a quienes conducirán los destinos de la Patria desde los poderes legislativos y ejecutivo nacional por un período. Cada uno de nosotros está invitado a expresar libremente su opción. Pero la democracia no se construye sólo el día de las elecciones. Cotidianamente deberíamos aportar en la construcción social, cada uno desde su puesto.
Los argentinos solemos “delegar” muy rápidamente esta responsabilidad personal, echándole la culpa de nuestros males a “los demás”. Para evaluar y motivar nuestro compromiso democrático, hoy y cada día, comparto con ustedes parte de un monólogo de Tato Bores (“Actor cómico de la Nación”) pronunciado hace casi treinta años.
“La culpa de todo la tiene el ministro de Economía dijo uno.
- ¡No señor! - dijo el ministro de Economía mientras buscaba un mango debajo del zócalo. - La culpa de todo la tienen los evasores.
¡Mentiras! - dijeron los evasores mientras cobraban el 50 por ciento en negro y el otro 50 por ciento también en negro. - La culpa de todo la tienen los que nos quieren matar con tanto impuesto.
¡Falso! - dijeron los de la DGI mientras preparaban un nuevo impuesto al estornudo. - La culpa de todo la tiene la patria contratista; ellos se llevaron toda la guita.
¡Pero, por favor...! - dijo un empresario de la patria contratista mientras cobraba peaje a la entrada de las escuelas públicas. - La culpa de todo la tienen los de la patria financiera.
¡Calumnias! - dijo un banquero mientras depositaba a su madre a siete días. (…) - La culpa de todo la tienen los políticos que prometen una cosa para nosotros y hacen otra para ellos.
¡Eso es pura maldad! - dijo un diputado mientras preguntaba dónde quedaba el edificio del Congreso. (…) - La culpa de todo la tienen los judíos.
¡Racistas! - dijo un sionista mientras miraba torcido a un vecino coreano. - La culpa de todo la tienen los curas que siempre se meten en lo que no les importa.
¡Blasfemia! - dijo un obispo mientras fabricaba ojos de agujas como para que pasaran diez camellos al trote. - La culpa de todo la tienen los científicos que creen en el Big Bang y no en Dios.
¡Error! - dijo un científico mientras diseñaba una bomba capaz de matar más gente en menos tiempo con menos ruido y mucho más barata. - La culpa de todo la tienen los padres que no educan a sus hijos.
¡Infamia! - dijo un padre mientras trataba de recordar cuántos hijos tenía exactamente. (…) - La culpa de todo la tienen los policías que tienen el gatillo fácil y la pizza abundante.
¡Minga! - dijo un policía mientras primero tiraba y después preguntaba. - La culpa de todo la tiene la Justicia, que permite que los delincuentes entren por una puerta y salgan por la otra.
¡Desacatado! - dijo un juez, mientras cosía permanentemente un expediente de más de quinientas fojas, que luego a la noche volvería a descoser. (…) - La culpa de todo la tienen los jóvenes de pelo largo.
¡Ustedes están del coco!, - dijo un joven mientras pedía explicaciones de por qué para ingresar a la Universidad había que saber leer y escribir. - La culpa de todo la tienen los periodistas, porque junto con la noticia aprovechan para contrabandear ideas y negocios propios.
¡Censura!, - dijo un periodista, mientras que, con los dedos cruzados, rezaba por la violación y el asesinato nuestro de cada día. (…)
La culpa de todo la tiene Magoya. ¡Ridículo! - dijo Magoya acostumbrado a estas situaciones. La culpa de todo la tiene Montoto.
¡Cobardes! - dijo Montoto que de esto también sabía un montón. La culpa de todo la tiene la gente como vos por escribir b…
¡Paren la mano! - dije yo mientras me protegía detrás de un buzón. Yo sé quién tiene la culpa de todo. La culpa de todo la tiene El Otro.
¡El Otro siempre tiene la culpa! ¡Eso, eso! - exclamaron todos a coro. El señor tiene razón: la culpa de todo la tiene El Otro.
Dicho lo cual, después de gritar un rato, romper algunas vidrieras y/o pagar alguna solicitada, y/o concurrir a algún programa de opinión en televisión (de acuerdo con cada estilo), nos marchamos a nuestras casas por ser ya la hora de cenar y porque el culpable ya había sido descubierto. Mientras nos íbamos no podíamos dejar de pensar: ¡Qué flor de desgraciado que resultó ser El Otro...!” (Santiago Varela, guionista de Tato Bores).
¡Cuánta actualidad, aunque hayan pasado más de 30 años!
¡Que nuestra participación democrática nos entusiasme para aportar cada uno nuestro granito de arena en la construcción social, sin quedarnos tranquilos porque la culpa es de El Otro!
Hasta el próximo encuentro.
Jorge Trucco
E-mail: jftrucco@gmail.com
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