25 de Mayo de 2013
Unidad en la diversidad
Hola amigo. ¿Cómo pasaste la semana? ¿Ayer hubo locro? La celebración de la Fiesta de la Patria en el clima de confrontaciones permanentes que vivimos los argentinos en los últimos meses me motivó para compartir contigo algunas reflexiones.
Nuestras diferencias también pueden ser ocasión de integración y complementariedad. Si no asumimos de este modo las diversidades, los enfrentamientos entre grupos y sectores pueden terminar destruyendo nuestra unidad nacional.
La necesidad de paz y la reconciliación pueden no ser realidades tan evidentes para los más jóvenes. Los dramas causados por los enfrentamientos entre los argentinos para las nuevas generaciones pueden ser sólo una anécdota. Y la sociedad de hoy, la "sociedad del instante", no ayuda a forjar una conciencia histórica.
Creo que tenemos que velar por conservar estos valores originarios: la Patria Argentina y la Gran Patria Latinoamericana se fundan en el respeto de la unidad en la diversidad. Es fundamental recuperar este concepto en el plano Institucional. Pero el gran desafío consiste en realizar la unidad en la diversidad también en la vida cotidiana de las familias y de las organizaciones intermedias.
Para vivir la unidad en la diversidad hay que reconocer el valor de una raíz común, plasmada en el preámbulo de nuestra Constitución Nacional: “Constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino: invocando la protección... de Dios, fuente de toda razón y justicia”.
En una sociedad fragmentada se puede desarrollar una fuerte agresividad. Esa hostilidad se combate comprometiéndonos a construir la comunidad y fomentando un sentimiento común. En esto la fe cristiana que profesamos la inmensa mayoría de los argentinos puede hacer un gran aporte.
La mentira y las apariencias institucionales, en todos sus niveles, caracterizan nuestra sociedad farisea, donde importa más lo que los demás ven y no lo que en realidad somos o hacemos. En una cultura así, el testimonio de las personas reviste gran importancia, porque la gente ya no cree en las verdades generales; sólo cree en personas reales que encarnan esas verdades.
Argentina necesita personas que, mediante una actitud positiva, estén dispuestas a construir algo juntas sin ver al otro como un enemigo. Y por eso precisamente la democracia requiere una base moral y espiritual.
Ciertas formas de conducción crean una oposición entre “nosotros” y “ellos”. El infierno son los otros. El verdadero humanismo pretende reunir; parte del “yo y tú” en lugar de “nosotros” y “ellos”. Por supuesto, un partido político debe subrayar su identidad, hacer oír su diferencia. "La política es un combate, pero no puede ser una guerra" (1).
Sería bueno que al plantear nuestras diferencias supiéramos valorar lo que nos une.
“Los hermanos sean unidos,
porque esa es la ley primera
tengan unión verdadera
en cualquier tiempo que sea
porque si entre ellos pelean
los devoran los de ajuera”.
¿No te parece?
Hasta el próximo encuentro.
Un abrazo
Jorge F. Trucco
E-mail: jftrucco@gmail.com
[1] Hernán Van Rompuy, El gran reto: unidad en la diversidad,
Ciudad Nueva, mayo 2012.
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