Una semana diferente, marcada por la memoria de Malvinas, por las celebraciones de la Pascua. Días de descanso, de viajes, y hasta cambios de comidas. Pensaba que Malvinas tiene tanto de muerte como de Resurrección, como la Pascua de Jesús que celebramos los cristianos cada año. Esto me hace pensar que toda muerte tiene su resurrección, que la vida tiene permanentemente esta dinámica.
La guerra de Malvinas nos trae a la memoria muchas muertes: físicas, psicológicas y también socioculturales y políticas. Aquellos jóvenes, las esperanzas de un pueblo, el dolor de muchas familias, la condena del olvido a los que regresaron. Pero no todo fue muerte, no todo terminó en esas muertes. Un pueblo que resurge, la llegada de la democracia, la movilización y agrupaciones de ex-combatientes que van buscando su lugar y una sociedad que lentamente les va reconociendo sus derechos y el valioso testimonio de arriesgar la vida por la Patria.
Si estos acontecimientos podemos asumirlos como criterios de vida y de discernimiento para nuestra realidad, podremos notar que toda muerte tiene su resurrección. Será necesario, claro, un cambio de mentalidad, de posicionarnos de otra manera en la vida. Lo mismo que encierra el mensaje de la Pascua de Jesús: un modo nuevo y diferente de afrontar la vida y de construir la historia. Sabemos que la muerte estará presente siempre, pero nos exigimos a no ser ni autores ni cómplices de ella. Porque tomamos conciencia de que no todo es muerte, sino de que la resurrección estará siempre latiendo como semilla de vida y anhelo de “nuevos tiempos”; de la resurrección sí tenemos que ser autores y cómplices.
Sin dudas, muchas veces nos quedamos encerrados en nuestras “tumbas”… en nuestros pasados muertos… en la añoranza de que “todo tiempo pasado fue mejor”. Algo parecido les pasó a los primeros cristianos. La muerte de Jesús los dispersó, los encerró en sus propios mundos. El miedo y la desconfianza les ganaron el corazón. Pero lo que parecía un límite y una “piedra difícil de mover” pronto se transformó. La experiencia del encuentro y la memoria de los acontecimientos vividos, la vida entregada y puesta al servicio de todos por amor, transformaron el miedo y la desconfianza en un nuevo modo de vivir, de relacionarse y de afrontar la realidad. Una realidad que no dejaba de estar llena de muertes y amenazas, pero con la mirada y el corazón puestos en la Vida.
En esta dinámica pascual, de vida nueva, estamos invitados a vivir y afrontar nuestras muertes, nuestros límites y piedras pesadas de mover… Lo que nos puede parecer difícil de hacer, quizás, se transforme en esperanza mirando el testimonio de tantos hermanos de Malvinas que frente a la muerte eligieron seguir viviendo.
Que en ellos podamos descubrir la fuerza pascual de Jesús que sigue transformando toda muerte en resurrección. ¿No te parece?
¡Feliz Pascua de Resurrección!
Hasta el próximo encuentro.
Jorge Trucco
E-mail: jftrucco@gmail.com
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